Cuando eres joven y vas en bachillerato la verdad no piensas mucho en las cosas, vas como una loca siempre según la mayoría, gozando la niñez que te queda y revoloteando como mariposa. Ocasionalmente la madurez toca bruscamente la puerta te recuerda que está ahí, para cuando termines tus actividades diarias, tus juegos infantiles. La Madurez está ahí para contarte secretos, sueños del futuro con un regusto un poco amargo.
Crecer no es dulce, da miedo e incertidumbre, crees que nadie te avisa, pero en realidad nunca haces caso, no crees que serás víctima de aquello que tu mamá te advirtió, a casi todas nos a pasado, circulan en Internet historias de muchachas raptadas y acosadas, historias de terror de caminatas nocturnas donde el miedo termina cuando cruzas el umbral de la puerta. A los 16 no todo es dulce, pero a los 17 regresar sola a tu casa por la noche da miedo.
Estás son algunas de las breves historias reales de terror que viven las mujeres a veces a plena luz del día.
J.
3:30 de la tarde aproximadamente, el sol quemaba implacable, un día de verano, caluroso y seco, salí a esa hora después de platicar con mis amigos del turno vespertino, usaba el uniforme escolar de la preparatoria , la falda me quedaba más amplia y del largo regular a las rodillas, la blusa polo era ligera pero aún que hacia un calor infernal me tomaba la molestia de ponerme una blusa de resaque para no estar incomoda por si se traslucía, mi ropa me quedaba grande porque mi madre había insistido en que subiría algunas tallas, lo que eventualmente fue cierto.
Fui a comprar un te helado y me dirigí a la parada habitual del camión, yo quedaba a la vista, esta sola y el viento corría en intervalos muy breves, jugué un rato con mi teléfono. Nada fuera de lo común, miré el suelo y me percate que en la banqueta había desdibujado por el desgaste un nombre pensé inocentemente que era una falta de ortografía escribir así mi nombre.
Fue entonces cuando una camioneta blanca tipo pick up se estacionó frente a mi.
Un hombre robusto y de tez morena, inclinado sobre el volante se asomó por la ventanilla, me pidió indicaciones para llegar a algún lugar, no lo pensé mucho y le dije que siguiera derecho e iba ver señalamientos. Pero insistió que ya había pasado muchas veces por ahí y no lo había visto, disimule mi molestia y le dije que se iba ir derecho y tomaría el camino a la izquierda que era el único para salir a la carretera que quería. El hombre parecía no escuchar por que subió la voz y me dijo “acércate por qué no te escucho” y me acerqué a una distancia prudente, para mirar por la ventanilla que el estúpido se estaba masturbando y yo no me di cuenta por que estaba inclinado sobre el volante. Fue chocante y le dije que solo se fuera, justo entonces fue como si el interruptor de toda la gente se hubiera activado, salió gente de la preparatoria, el autobús se miraba a la lejanía, una compañera de clase se acercó con su mamá y yo corrí hacia ellas hasta alcanzarlas a media calle, asustada, porque yo nunca había visto pornografía mucho menos a un hombre masturbándose. Le dije casi llorando a lo que había pasado y la mamá de mi compañera me preguntó si a donde iba y por suerte iban a donde mismo, me acompañaron a hasta mi parada. Pero el camino de regreso a mi casa fue terrible, desde entonces cada día alterne mi ruta, cambie mi cabello, por paranoica, me daba miedo que el hombre hubiera encontrado manera de seguirme. Ahora cada vez que alguien en un auto o una moto me chifla o me avienta un “piropo” le miento la madre, aunque tenga miedo.
K.
Estaba templado, un día sin nubes ni calor. Llevaba mochila negra, pantalón de mezclilla botas café, suéter negro y una chamarra café, el pelo suelto como suelo llevarlo, no llevaba joyas, ni aretes ni pulseras. Yo no soy originaria de Jalisco, pero viví ahí un mes.
A veces me iba al tren ligero con una compañera, esa vez no coincidimos porque ella se iría con los demás amigos que hacían verano científico conmigo.
Éramos cuatro alumnos inscritos en delfín, de la escuela al tren ligero esta el teatro degollado y la catedral, saliendo de la escuela mis demás compañeros se fueron juntos y yo tuve que irme caminando sola, había una expo, un stand de cada municipio de Jalisco y me quede a ver, me recorrí cada estado y compre algunos detallitos para mi mamá.
Mi mochila se veía abultada por que llevaba mi equipo, cámara y computadora. Iba rumbo a la catedral, se me acercó un joven y me sujetó con firmeza, yo me sorprendí por el repentino contacto, al momento no me preocupe por que había gente. El me ofreció una paleta y me contó que las vendía para pagar sus estudios.
Era un dulce rosita, con forma de rosa, empacado a mano, muy artesanal, yo le dije que nos acercáramos a una banca (donde había gente para prevenirme) mientras yo buscabas en mi mochila dinero para cooperarle a su causa, nunca me deje ver asustada, pero el me hizo preguntas, como de donde era, yo le mentí diciéndole que era de Guadalajara, se que por mi acento no me creyó.
Me observaba mientras me preguntó ¿Dónde esta el lago de Chapala? En mi mente pensé que era como si estuviera haciendo tiempo, sentía urgencia por irme, pero mi mochila no abría. Le respondí que la verdad no sabia decirle por que no era buena con las direcciones, por fin mi mochila abrió, busque algo de dinero y el me pregunto de nuevo en tono normal si sabia donde estaba otro lugar (no recuerdo el nombre) me dijo que era cerca del lago de Chapala, y le dije que no. Puse en su mano el dinero, le agradecí y le desee suerte con sus estudios, me retire rápidamente rogando que no me estuviera siguiendo, mire hacia atrás hasta llegar al tren ligero, fue entonces cuando me sentí aliviada pues al bajar del tren me encontraría con mi tía para ir a casa.
Les conté lo sucedido, mis primos me reprendieron, dijeron que no debía comprar dulces, que dijo que pondrían tener algo, mi prima me tiro la paleta, mi tía me dijo que jamás debí detenerme a hablar con él; me puse a pensar lo conveniente de la situación para el muchacho, yo ya me estaba yendo y el muchacho fue tras de mí, fue insistente y la manera en como me agarro, aunque en ningún otro momento hizo contacto físico, todo el evento fue en menos de 10 minutos.
P.
Tenía 18 cuando pasó, yo vivía sola en Santa María fue por la mañana, Tomaba el transporte urbano al otro lado de la cuadra para no dar una vuelta que me parecía innecesaria. Llevaba pantalón de mezclilla suéter y tenis, cabello suelto y no llevaba nada vistoso ni joyas.
Pasaba gente a dejar a los niños a una escuela y un kínder que estaba a la siguiente calle de la para de camiones, eso era por lo general pero cuando yo estaba ahí dejó de pasar gente, de pronto se paro un señor en una motoneta justo enfrente de mí, no preste atención, sentí que el camión se estaba tardando bastante, me voltee de reojo y me di cuenta que el señor iba semi desnudo, únicamente con una playera deportiva, desnudo de la cintura para abajo se estaba masturbando mientras me miraba fijamente, fue terrible por que las calles estaban solas, no podía regresar a mi casa porque esa calle también se miraba sola, temía que el me siguiera. Fue un lapso de 8 minuto en los que no sabia que hacer, sin moverme y sin actuar. Cuando el se dio cuenta que el camión llegaba él se fue sin más, yo me subí al camión aún asustada mientras él se perdía por las calles. Al llegar a la escuela le conté a una amiga y me puse a llorar mucho. Desde ese día empecé a tomar el camión más cerca de mi casa, porque no hubo otra solución.
M.
Pasó de noche, iba vestida con unos tenis, pantalón alto y una blusa de tirantes, no fui sola a la fiesta, pero en el momento qué pasó si estaba sola.
Iba con una prima e iba a encontrarme con una amiga que solo conocía por redes sociales, no conocía a mucha gente de la fiesta. No había bebido nada de alcohol, yo no bebo. Para mí que casi no voy a fiestas ; si había mucha gente y se sentía más porque no conocía a nadie básicamente, estaba bailando con la muchacha que recién conocí cuando llegaron dos muchachos, uno era conocido de ella y se pusieron a bailar.
Al momento que yo me iba a salir de la pista el muchacho que lo iba acompañando me abrazó para empezar a bailar, a pesar de que le había dicho que no quería el no hizo caso y se puso a preguntarme cosas. mi prima estaba bailando con su novio muy lejos de mi, no conocía a nadie para pedir ayuda, por eso no lo hice, no creí que nadie fuera a hacerlo y antes de que se acabara la canción y después de decirle en varias ocasiones que no quería bailar con el me logré zafar y fui a encontrarme con mi prima, le platiqué lo que sucedió, después de eso me quedé con ella hasta que pasaron por nosotras.
No he salido mucho desde entonces, pero creo que si me volvería a pasar sería más firme al decir que no y pedir ayuda si sigue insistiendo
Men are trash.
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